Existen diferentes tipos de suelos que son esenciales para el crecimiento de las plantas y la agricultura. Cada tipo tiene características únicas que determinan su fertilidad y capacidad de retener agua. Los suelos más comunes son:
Estos suelos tienen partículas grandes y poco compactas, permitiendo un excelente drenaje de agua. Son poco fértiles, pero con un buen manejo pueden ser útiles para cultivos específicos.
Con una alta concentración de partículas finas, estos suelos retienen mucha agua y nutrientes. Son ideales para cultivos, pero pueden ser difíciles de manejar cuando se mojan.
Son suelos intermedios entre los suelos arenosos y arcillosos. Tienen buena capacidad de retención de agua y nutrientes, lo que los hace adecuados para una gran variedad de cultivos.
Ricos en materia orgánica, estos suelos son ideales para la agricultura ecológica. Tienen una excelente retención de nutrientes y agua, favoreciendo el crecimiento de plantas diversas.
Son suelos alcalinos que contienen una alta concentración de cal. Estos suelos son aptos para ciertos cultivos, pero su alta alcalinidad puede ser un desafío para algunas plantas sensibles.